La Tabacalera

Reproducimos aquí con permiso de sus autores, Antonio Santiago Ramos, Isabel Bonilla Estebanez y Antonio Guzman ,el capítulo que se dedica a la Tabacalera en su libro «Cien años de historia de las fábricas malagueñas (1830-1930)» editado en el año 2001:

El estudio de la fábrica de tabacos de Málaga ofrece un triple interés: el histórico, como ejemplo significativo de actividad económica del primer tercio del siglo XX; el arquitectónico, ya que se trata del único edificio fabril de la ciudad que presenta un claro valor artístico, y el hecho en sí de continuar en activo.

El tabaco es una planta originaria de América, actualmente adaptada a áreas bioclimáticas muy diversas, que fue introducida en España inmediatamente después del descubrimiento del nuevo continente. Cuando su consumo, constatado en nuestro país ya desde comienzos del siglo XVI, especialmente entre las clases bajas, se difundió por Europa, el tabaco se convirtió en un importante producto del comercio colonial. El volumen de negocios que generó su producción y comercialización llevó a la Corona española a establecer su estanco —en 1634 para los territorios de Castilla, y en 1707 para todo el territorio español—, un sistema mediante el que fiscalizaba su cultivo, elaboración y comercialización. Para facilitar el control, se prohibió el cultivo en la Península y la fabricación quedó, desde 1648, como monopolio de la fábrica de tabacos de Sevilla, mientras que la importación de la materia prima desde América acabó siendo cedida en el siglo XVIII, por presión de los productores americanos, a grandes compañías comerciales que operaban en régimen de monopolio.

Incluso una vez instaurado el sistema político liberal, el Estado español, con la única excepción de la etapa de la I República, continuó controlando directamente la actividad tabaquera. En 1844 se inauguró un sistema consistente en el arrendamiento del monopolio que acabaría implantándose de manera definitiva a partir de 1887. Lo que sí se suprimió, desde principios del siglo XIX, fue el monopolio de fabricación detentado hasta entonces por Sevilla, correspondiendo al Estado, primero, y a la empresa arrendadora, después, la decisión de autorizar la apertura de nuevos centros productores. Una decisión que dio lugar a la inmediata apertura de numerosas fábricas en todo el territorio español: Alicante, Madrid, Valencia, Santander, Bilbao… Perdidas las colonias, en el año 1899 se liberalizó el cultivo, ensayándose su aclimatación en Sevilla, Málaga y la zona levantina.

Ya en pleno siglo XX, en el año 1921, se procedió a establecer un modelo de explotación mixto estatal-privado que conduciría a la creación, en 1945, de Tabacalera, S.A., empresa que desde entonces, y hasta fechas bien recientes, ha detentado el monopolio de la fabricación, importación y distribución del tabaco en España.

La primera fábrica de tabacos de Málaga* comenzó a funcionar en el año 1829 en el edificio que se estaba construyendo desde finales del XVIII para nueva Aduana, en donde estuvo trabajando hasta 1839, fecha en la que se instalaron en ella las dependencias de Hacienda.

Tras esta fallida experiencia, los primeros intentos de establecer en la ciudad una fábrica de tabacos se remontan a la tardía fecha de 1885. El Ayuntamiento, que ya disponía de un solar en la zona de la Malagueta, donado por el industrial Pedro A. de Orueta, inició los trámites ante la Compañía Arrendataria de Tabacos e inmediatamente se realizaron los planos de la fábrica, según las normas establecidas por la Dirección General de Rentas Estancadas, comenzando, incluso, las obras. Pese a ello, la solicitud del Ayuntamiento no fue atendida hasta 1896, fecha en la que se concedió la autorización para la instalación de la fábrica, gracias a las gestiones y apoyo de Cánovas del Castillo. Sin embargo, la muerte del político malagueño hizo que la Compañía de Tabacos perdiera interés por el proyecto, y éste no llegó a realizarse.

Hubo que esperar a la segunda década del siglo XX para que otro político malagueño —el liberal-conservador Francisco Bergamín, entonces ministro de Hacienda y de Estado— le diera el impulso definitivo, condicionando la instalación de una nueva fábrica en Tarragona, propuesta por la compañía Arrendataria de Tabacos, a que se construyera la de Málaga. El resultado fue el Real Decreto de 1922 por el que se autorizaba su edificación y entrada en funcionamiento.

Las obras del edificio, que se levantó en un amplio espacio colindante con la barriada de Huelin, comenzaron un año después y duraron hasta 1927. No obstante, finalizada la construcción, en plena Dictadura de Primo de Rivera, con Bergamín fuera del Gobierno y con un nuevo director al frente de Tabacalera, la fábrica, destinada en un principio a la elaboración de cigarrillos, no entró en funcionamiento y sus instalaciones fueron utilizadas como centro de fermentación del tabaco, una actividad favorecida por las peculiares condiciones climáticas de la ciudad malagueña. Sus óptimos resultados convirtieron al establecimiento malagueño en el único centro de fermentación que funcionaba en España, actividad que realizó hasta que en 1977 fue transformado en fábrica de cigarros puros.

En estos momentos, la antigua Tabacalera es el único establecimiento industrial malagueño de importancia que se mantiene activo dentro del casco urbano, aunque por poco tiempo, y, como hemos indicado anteriormente, también único ejemplo de arquitectura fabril con valor artístico que puede ser contemplado en la ciudad.

En la actualidad el conjunto de edificios tiene los siguientes usos:

Tabacalera

Pulsa en la imagen para ver más fotos.